Termina al fin el infausto «Barcinato»

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PAMPLONA – La presidenta del Gobierno de Navarra firmará mañana el decreto que disuelve el Parlamento y convoca elecciones forales para el próximo 24 mayo. Un trámite ordinario que se hará oficial el martes al publicarse en el BON, y con el que Yolanda Barcina formalmente pondrá fin a tres años de soledad política e inestabilidad institucional. Un polémico mandato que ha tenido al Ejecutivo foral en una crisis permanente, y que ha acabado con la carrera política de la presidenta, a quien ya ni su propio partido quiere en las listas electorales.

La firma del decreto llega por la propia obligación legal, cumplidos los plazos tras las últimas elecciones. Un hecho sin embargo cargado de simbolismo después de que Barcina se haya negado a adelantar los comicios como exigía la lógica y la tradición democrática. Perdido el apoyo político que le llevó al Palacio de Navarra, sin capacidad de acuerdo y en un contexto económico que requería de un Gobierno fuerte, han sido muchas las voces que estos tres últimos años han reclamado el adelanto electoral. Entre ellas la de la mayoría política del Legislativo, clave en cualquier sistema parlamentario. Pero la presidenta se ha negado a escucharlas todas en un pulso casi personal, convirtiendo la legislatura en una carrera de resistencia.

Y el resultado no ha podido ser más agotador. Sobre todo para sus dos principales protagonistas, Yolanda Barcina y Roberto Jiménez, cuyos relevos han acabado forzados desde sus respectivos partidos políticos. Pero también para el conjunto de la sociedad, que ha observado con desinterés una disputa política permanente. Al tiempo que aumentaba la indignación por los efectos de una crisis que desde el Palacio de Navarra se ha intentado minimizar, primero, y dar por finalizada ahora que llegan las elecciones.

LOS ERRORES DE LA PRESIDENTA
Va a ser por todo ello una legislatura difícil de olvidar. Barcina, a quien UPN entregó las llaves de la casa regionalista confiando en el tirón electoral cultivado con los dispendios de los años de bonanza desde el Ayuntamiento de Pamplona, ha demostrado ser peor presidenta que candidata. Deja tras de sí múltiples errores de cálculo que le han supuesto innumerables problemas políticos. A todos ha podido sobrevivir, pero a un precio cada vez más elevado, hasta el punto de forzar su retirada.

Por encima de todos ellos hay dos que destacan especialmente. El primero, y más importante, fue buscar una alianza electoral con el PP solo dos meses después de firmar un pacto de Gobierno con el PSN. Un hecho que suponía ligar la sigla de UPN a la del PP en el peor momento posible, con perspectivas de medidas muy impopulares y la amenaza de un proceso recentralizador por el intento de controlar las cuentas públicas del Estado. Pero que además era inasumible para su socio de coalición, que apenas firmar el acuerdo se veía compartiendo proyecto con su antagonista político.

Así que, como era de esperar, aquel pacto electoral llevó al PSN a reforzar un perfil propio dentro del Palacio de Navarra. Algo que Barcina tampoco supo gestionar, haciendo inevitable la ruptura del pacto de Gobierno. Esta llegó justo un año después de las elecciones. Y fue entonces cuando Barcina cometió su segundo gran error: empeñarse en agotar la legislatura en minoría. Un hecho a todas las luces inviable, y que quedó en evidencia apenas unas semanas después. El Gobierno estaba solo y no iba a encontrar apoyos en el Parlamento.

UNA LENTA AGONÍA
Se trata en cualquier caso de una decisión que explica muchas de las cosas que ocurrieron después: Tres presupuestos prorrogados, medidas económicas aisladas y sin coherencia, un Gobierno débil para afrontar los ataques recentralizadores del Estado, dos mociones de censura fallidas, dos comisiones de investigación, múltiples reprobaciones, mucha tensión política y un sinfín de polémicas que han salpicado a la presidenta, pero también a quienes la han rodeado.

Ha sido una crisis casi perpetua dentro del Gobierno, pero también en el seno de UPN. El partido, que había dejado a su nueva líder una sólida marca y una alianza política estratégica para el futuro, se fracturó en dos en una pelea soterrada que estalló primero en el congreso, luego en una corriente de opinión y finalmente en la elección del candidato, Javier Esparza, que ahora trata de zafarse del legado de su presidenta.

Ha sido por lo demás una legislatura muy marcada por la crisis económica, que se ha traducido en recortes del gasto y un drama social creciente que, pese a los augurios de mejoría, todavía hoy sufren muchas familias navarras. Un reto que queda para el próximo Parlamento, cuya composición se antoja hoy más incierta que nunca, sin que nadie se atreva a visualizar cuál será su composición ni, mucho menos, cuáles serán las mayorías que lo gobiernen.

Un complejo escenario en el que la única certeza es que a partir del martes ya no tendrá un papel protagonista Yolanda Barcina, que a fuerza de retrasar la convocatoria de las elecciones ha acabado adelantando su efímera experiencia como presidenta del Gobierno de Navarra.

IBAI FERNANDEZ
Publicado por Diario de Noticias

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