Fallece Jon Oria, el intelectual que asombró a Nafarroa

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PAMPLONA - El escritor e historiador estellés Jon Oria Oses falleció en la madrugada del domingo a los 85 años. La muerte le sobrevino cuando hacía mes y medio que había celebrado el que sería su último cumpleaños. Su cabeza seguía emitiendo destellos luminosos y hasta hace dos meses, aún seguía fiel a su cita escrita: una colección de artículos periodísticos de carácter heterodoxo que editaba el periódico local de Torrevieja (Alicante). En esa ciudad encontró refugio para sus dolencias físicas. Nada graves pero, cada día, iban limitando más y más su movimiento al mismo tiempo que su ánimo intelectual seguía firme, activo y comprometido con el futuro como quien jamás tiene ni teme la fecha de su caducidad.

Se ha de decir que este historiador siempre mantuvo como bandera la más indómita de las actitudes en favor del pensamiento libre. Aunque su conocimiento le legitimaba para haber vivido en el confort del mundo académico institucional, su talante le mantuvo siempre desterrado.

Durante muchos años en Gran Bretaña. Allí se graduó, en la Universidad inglesa de Nottingham (1973). El postgrado lo culminó brillantemente en Cambridge. Y fue en Londres, en su universidad, donde en 1981 defendió con los máximos honores su tesis doctoral sobre el pensamiento filosófico-místico de la Reina Margarita de Navarra (1492-1549).

La elección del tema no fue fortuita, Jon Oria sabía perfectamente, y a ese cometido dedicó toda su vida, que ese período histórico fue crucial para determinar el destino de su tierra natal. Había nacido en Estella en 1931, el mismo año que se proclamó la Segunda República. Y ese espíritu y esta tierra le han acompañado hasta su último suspiro.

GRAN AMANTE DE NAFARROA Amó como nadie su Nafarroa originaria y esgrimió, como el que más, su pertenencia a un pueblo y una cultura: Euskalerria; a la que defendió con vehemencia, conocimiento y talento.

Dominaba el griego clásico y el latín y se expresaba con autoridad en seis lenguas además de tener conocimiento de alguna más. Y hablaba,… hablaba mucho. Con pasión, con erudición, con alegría. Y en su hablar no había descanso. Ya había cumplido los setenta años cuando se levantaba por las mañanas hablando de Pitágoras y del Príncipe de Viana y lo hacía en inglés porque así mantenía vivos sus conocimientos y al actuar así los compartía con quien tuviera la suerte de ser su interlocutor. Es decir, donaba de ese modo su irrefrenable pasión por el aprendizaje.

Nada le era ajeno salvo las vanidades sociales a las que renunció con sabiduría ascética. Sus costumbres eran austeras, con poco tenía mucho, con apenas nada se saciaba.

Nunca pidió nada, salvo que la institución Príncipe de Viana editara su tesis cosa ésta que nunca se hizo. Era su regalo para nuestra memoria, pero ¡ay!, es(t)a Navarra no quiere que se le recuerde qué era.

A su tarea docente como historiador y escritor le unió una vocación plástica que dio origen a una singular y muy estimable colección de esculturas. Lógicamente, en su plástica siempre había ecos de su preocupación social y política. Así construyó en tierras levantinas el más grande escudo de Navarra hecho en cerámica que se haya visto porque, eso sí, aunque casi nunca vivió en su tierra, su tierra siempre le acompañaba.

Participaba desprendidamente en cualquier foro de debate sobre la historia medieval que se le pusiera a tiro. Y allí repartía optimismo y saber. Una de sus últimas grandes alegrías se la dio DIARIO DE NOTICIAS al publicar con la editorial Mintzoa y en las cuatro provincias del sur de Euskalherria su obra: Navarra es una colonia española y francesa. Esas eran las cosas que le hacían feliz.

No enumeraré su prolija producción, pero sí recordaré que si el silencio de la Navarra oficial le ha perseguido durante toda su vida, decenas, cientos de intelectuales de aquí y de fuera vieron en él y lo seguirán viendo por siempre un maestro admirable; un historiador ejemplar.

Nunca he conocido un rigor intelectual tan exultante, tan generoso, tan torrencial. Cada descubrimiento que hacía lo sacaba de manera inmediata a la luz, lo regalaba por el mero placer de compartir esa plenitud de excelencia que los exploradores encuentran cuando sus hallazgos provocan en los demás una parecida actitud de maravilla. Por eso, en sus obras solo encontraréis motivos para aspirar a un mejor presente.

Humanista convencido, Jon Oria hurgó en el tiempo del viejo reino para encontrar que en él la igualdad de hombres y mujeres era mayor que la que los años del franquismo habían impuesto a golpe de represalias. Y lo decía. También reivindicaba la ilegitimidad del título de Príncipe de Viana usurpado por la dinastía de los Borbones. Estudió a Shakespeare y al buscarlo en su propia lengua, nos regaló la profecía de que “algún día Navarra será el asombro del mundo”. Luego, aquella frase, ha sido usada y manoseada de manera burda.

En sus últimos días, todavía investigaba si Shakespeare pudo pasar por estas tierras o si a los archivos del Vaticano podría arrancarles la condena de excomunión que se hizo contra Navarra. No por nada, sino por hacer ver que la verdad y la razón son la mejor manera de vivir la existencia.

Eso hizo Jon Oria. Sus títulos los ganó fuera. Amigos también tiene fuera, pero sobre todo, la gran mayoría de quienes le quisieron y le quieren, están aquí, donde el nació, en el viejo reino de Nafarroa.

BIOGRAFÍA

FORMACIÓN EN FRANCIA Y REINO UNIDO

Políglota. Jon Oria nació en Estella en 1931. Se especializó en estudios lingüísticos, historia, filosofía, educación y arte en París y en Reino Unido. Dominaba las lenguas clásicas, latín y griego y hablaba alemán, griego, italiano, francés, inglés y castellano. Graduado en la Universidad de Nottingham y postgraduado en Cambridge, defendió su tesis doctoral sobre el pensamiento Filosófico-Místico de la Reina Margarita de Navarra (1492-1549) en la Universidad de Londres en 1981. Entre sus obras destacan Conatos de Liberación de la mujer en la corte de Navarra, Influencia de la Conquista en el pensamiento, la cultura y la literatura o Visión Anglosajona del Pueblo Vasco.

Publicado por Diario de Noticias

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